En un entorno laboral saturado de
notificaciones, reuniones y multitarea, la atención se ha convertido en un
recurso escaso. Según Gloria Mark en su libro Attention Span, nuestra
capacidad de enfocarnos ha disminuido drásticamente: pasamos de mantener la
atención en una tarea durante un promedio de 150 segundos en 2004 a apenas una
media de 47 segundos en la actualidad. Esta fragmentación tiene consecuencias
directas en nuestra productividad, bienestar y calidad del trabajo debido al
llamado “switch cost”. Muchas veces culpamos al ambiente de ser la causa de las
interrupciones; y si bien esto puede suceder, también es posible que haya una
“auto interrupción”.
Dos conclusiones clave del libro son:
La multitarea es un mito. Cambiar constantemente de tarea no nos hace más eficientes. Al contrario, reduce la precisión, aumenta el tiempo de ejecución y eleva el estrés. Cada interrupción nos cuesta en promedio 25 minutos para retomar el foco original.
El entorno digital está diseñado para distraernos. Las plataformas digitales usan algoritmos que compiten por nuestra atención. Esto genera una sensación constante de urgencia y fomenta el hábito de revisar el teléfono o el correo sin necesidad real.
Y dos tips
para mejorar nuestra atención compartidos por la Dra. Mark son:
El enfoque
necesita estructura. Mark propone crear bloques de trabajo profundo, libres
de interrupciones. Métodos como Pomodoro (25 minutos de trabajo + 5 de
descanso) ayudan a entrenar la atención y reducir la fatiga mental. Yo
personalmente prefiero periodos de 40 minutos por 20 de descanso.
Conócete
para concentrarte mejor. Identificar tus patrones de distracción y tus
momentos de mayor energía permite diseñar rutinas más efectivas. No se trata
solo de fuerza de voluntad, sino de estrategia personal.
También se describen en la obra las trampas que sabotean nuestra capacidad de enfocarnos:
La trampa de la urgencia digital.
Sentirse obligado a responder correos, mensajes o notificaciones de inmediato,
aunque no sean relevantes.
La trampa del cambio de contexto. Saltar
entre tareas sin terminar ninguna, lo que fragmenta el pensamiento y agota la
energía mental.
La trampa del entretenimiento pasivo.
Revisar redes sociales o contenido ligero como escape, sin un propósito claro,
lo que refuerza el hábito de distracción.
La trampa de la culpa por no estar
enfocado. Sentirse mal por perder la concentración, lo que genera más ansiedad
y reduce aún más el rendimiento.
Si quieres
trabajar mejor, empieza por proteger tu atención.